por: Glenn Murray
Sin duda, una de los enigmas más grandes de la numismática
moderna española es la ausencia de la sigla del ensayador en
todas las monedas que Felipe II acuñó de su plata (1) en el
Real Ingenio segoviano, su propia casa de moneda particular. Nos
sugiere investigar este tema ahora por conmemorarse durante 1998,
el 4º centenario de la muerte del Rey Prudente; además por
hacer una aportación anecdótica al GLOSARIO DE MAESTROS DE
CECA Y ENSAYADORES publicado recientemente por Josep
Pellicer i Bru (2). Como veremos a continuación, es muy probable
que estas monedas no llevasen la sigla del ensayador precisamente
porque Felipe II estaba siendo "prudente" en lo que
parece haber sido un experimento monetario.
El uso de la sigla del ensayador en la moneda, obligatorio
desde 1497 (3), respondía a la necesidad de identificar al
oficial que hacía la aleación, quien por su parte garantizaba
que la ley correspondía a 11 dineros y 4 granos. La falta de
dicha sigla en toda una serie de monedas de plata desde 1586
hasta 1598 implica una probable situación anómala respecto a la
ley de estas piezas, y desde el punto de vista numismático,
siempre ha merecido nuestro estudio.
Después de una extensa consulta documental (4) resulta
extraño que no hayamos encontrado ni un solo papel que verse
directamente sobre la ausencia de la sigla. Ni cédula, ni orden,
ni la más mínima referencia que mencione la supresión de algo
que ya aparecía tradicionalmente en la moneda, la que por otro
lado, según las instrucciones para el Ingenio, debería
ajustarse a las especificaciones empleadas en las demás casas.
Tampoco hemos encontrado documento alguno que ordene la
aparición de esta sigla en las monedas del Ingenio durante la
época de Felipe III, cuando esto ocurre. Pero aún más extraño
es que tampoco hayamos encontrado documento alguno escrito por
terceros en el que se cuestione directamente este asunto (5),
como si de una búsqueda y posterior destrucción de documentos
se tratara, pues podemos estar absolutamente seguros de que la
falta de esta sigla no pasó desapercibida ni al público en
general ni a los ensayadores, plateros, fieles y otros que
trabajaban en la materia.
Sí hemos encontrado algunos indicios sueltos y disimulados en
documentos no directamente relacionados con este asunto, lo que
nos permite sondear el enigma en un intento de explicarlo.
Es cierto que ningún otro investigador ha intentado explicar
esta anomalía hasta ahora, pues Casto María del Rivero se
limitó a decir que "la falta de signo de ensayador en
las monedas nos priva del interés en descifrar el nombre de la
persona a que pudieran corresponder" (6). Pellicer cita
debidamente que los ensayadores presentes eran Juan de Morales
(7) y Joaquin Lingahel (8), pero no intenta explicar la ausencia
de la sigla.
Para comprender mejor las circunstancias en torno a este
asunto, es necesario un breve análisis del contexto histórico
en el que ocurre, junto a algunas consideraciones sobre la
personalidad de Felipe II.
En principio, hemos de recordar que si había un problema que
quitaba sueño al Rey, era dónde iba a conseguir más dinero:
problema que se convirtió en obsesión después de la bancarrota
de 1575. Geoffrey Parker (9), en su análisis del carácter del
Rey Prudente nos destaca el interés que tuvo por la alquimia, ya
que transformar metales comunes en oro y plata, sin duda, hubiera
resuelto su dilema económica. También nos recuerda "el
conocido gusto del Rey Prudente por los secretos y
disimulaciones", que es otro factor por considerar en
nuestro intento de descifrar lo que pasó con la sigla del
ensayador. Como dice Parker, "es en estos casos en los
que necesitamos comprender la psicología y el comportamiento
[del Rey], pues cuanto más se conozca acerca de él y del modo
en que tomaba decisiones, mas probabilidades tendremos de suplir
los vacíos de información", añadiendo que el Rey, "como
un ser racional, tenía buenas razones para todos sus
actos".
Debido a su difícil situación económica, es factible que
Felipe II pudiera haber contemplado bajar la ley de la moneda
como una medida para crear dinero, como luego harían Carlos III
y Carlos IV (10) bajo el más absoluto secreto (11), (aunque
éstos no tocaron la sigla del ensayador). Ya sabemos que en 1582
el Rey prudente envió parte de su plata a acuñar a Lisboa,
interesándose por los beneficios que le resultaron porque la
moneda portuguesa se labraba a sólo 11 dineros en lugar de los
11 dineros y 4 granos con que se acuñaba en Castilla (12).
Como telón de fondo, recordamos que en esta época reinaba
una supuesta confusión general sobre la técnica de los ensayes
detrás de la cual los mercaderes de plata de Sevilla se
aprovecharon para enriquecerse ilícitamente durante muchos
años. El mismo Juan de Arfe nos cuenta este problema que surgió
por "...no entender los mercaderes de plata y
ensayadores como respondía el dineral de la plata con el marco y
el dineral del oro con la pesa del castellano..." (13).
Arfe continúa refiriéndose a ciertos pleitos de los años 1585
y 1586 sobre la ley de la moneda acuñada en casi todas las casas
de moneda, que culminaron en 1588 en un gran proceso contra los
mercaderes y ensayadores (14) y una definitiva instrucción sobre
las normativas del ensaye (15) .
En aquel proceso, numerosos mercaderes confesaron haber
labrado moneda falta de ley durante más de 20 años, apoyándose
en la supuesta confusión sobre el procedimiento correcto de
cómo se había de realizar el ensaye. No obstante, las
autoridades opinaban que ellos siempre sabían la ley de la
moneda que labraron aunque fuese "por vista de ojos, que
es la mayor probança", argumentando una: "No
me pareze que pueden pretender ygnorançia por lo dicho y por ser
su trato y granjería en que an ganado toda su haçienda y
llebándose el probecho de ser falta la dicha moneda, porque
declaran todos los mercaderes de plata que es conoçimiento y
ebidencia saver lo que ganaban y perdían, y si los ensayadores
haçían bien su offiçio, o no" (16).
No sería extraño que el interés que tenía Felipe II por
descubrir las tramas de los mercaderes y resolver a la vez las
cuestiones técnicas en torno al ensaye le condujera a realizar
unos experimentos prácticos. En tal caso, el laboratorio ideal
hubiera sido su nuevo Real Ingenio de la Moneda en Segovia, que
era su propia fábrica particular además de la más próxima a
la Corte. En esta línea, hemos de recordar que en la primera
Instrucción que dio el Rey para la acuñación de sus propias
barras de plata en el Ingenio, ordenó explícitamente que la
moneda "...aunque es para prueva o ensaye se ha de
distribuir y gastar..." (17).
Las circunstancias en torno al caso en cuestión nos conducen
a una pregunta básica: ¿Prescindió Felipe II de la sigla del
ensayador porque no podía garantizar la ley de estas monedas? Es
obvio que la decisión para suprimir una sigla tan importante
sólo puede haber sido tomado por el rey y, según las monedas
conocidas, parece que fue tomada antes de que saliera la primera
pieza acuñada.
¿Al suprimir la sigla, estaba el Rey Prudente lavándose las
manos de cualquier acto cuestionable ante la única autoridad que
reinaba por encima de él; Dios? No cabe duda que hubiera sido
mucho menos llamativo no hacer novedad con la sigla, como
hicieron sus sucesores en casos similares.
Para estudiar el asunto más a fondo, nos acercamos al
ensayador de la naciente fábrica, Juan de Morales. En 1583,
Morales, entonces ensayador de la Casa de Moneda de Burgos,
envió un memorial al Rey en el que insistió haber descubierto
un "secreto" relacionado con la ley de la
moneda de plata y su vinculación con el precio del oro, con lo
cual, según decía, se podría contravenir la ventaja que
motivaba a los extranjeros a sacar la moneda del Reino, con "gran
aumento" para la Real Hacienda (18). Pero los expertos
opinaban que no había descubierto nada nuevo y que simplemente
insinuaba subir el valor de la moneda o rebajarle el peso o la
ley.
Poco después, en 1585, encontramos a Morales en Madrid
practicando un ensaye especial para el Rey. No sabemos la índole
del encargo pero parece haber sido un experimento o una
demostración que duró cien días, incluyendo diez días de
camino con ida y vuelta desde Burgos (19). Al parecer, el Rey
quedó a gusto con Morales, pues el primero de febrero de 1586 le
fue enviada una carta con órdenes para acudir a Madrid para una
tarea especial, pero sin indicación de lo que sería. La carta,
doblada y sellada, llevaba la dirección en su exterior: "Muy
magnífico señor Juan de Morales, ensayador de la Casa de la
Moneda de la ciudad de Burgos".
"Al señor don Antonio scrivo que dé liçençia a
vuestra merced y le ordene que luego a la ora, se parta a este
lugar a donde quedo esperando a vuestra merced. Y combendrá que
se dé priesa, que el efecto para que es llamado entenderá
vuestra merced venido que sea... Advierta vuestra merced que ha
de traer el recaudo neçessario para ensayarlo, que se le
ordenaré" (20).
Siempre hay un aire de misterio en torno a las actuaciones de
Morales, pero sabemos que llegó a Madrid el 9 de febrero y que
todavía estaba en allí el día 21 porque pidió constancia del
hecho este día ante un escribano. Aunque no hemos podido
localizar el título, comisión o instrucción que tenía Morales
propiamente en el Ingenio, sabemos que el 23 de febrero de 1586
fue destinado allí como consta en la instrucción a Juan
Racionero de esta fecha:
"...luego que reçivays esta mi çédula y los otros
despachos que con ella se os entregarán, sin deteneros, os
partays y vays a la dicha çiudad de Segovia llevando juntamente
con vos a Juan de Morales, teniente de ensayador de la Casa de la
Moneda de la çiudad de Burgos, a quien hemos mandado que venga a
la villa de Madrid para este efecto..." (21).
Juan Racionero era un experto en metales que había trabajado
en las minas de azogue en la provincia del Perú. El Rey le puso
al frente del Ingenio para "averiguar la utilidad y
provecho... confiando que entendereys en esto con todo cuydado,
diligencia y fidelidad, y por la expiriençia que teneys destas
materias..." (22). Esta "estrución del Rey,
nuestro señor, para labrar la plata", dirigida a
Racionero, es sumamente interesante por las alteraciones que
autoriza en el procedimiento de los ensayes a diferencia de las
demás casas de moneda.
Más tarde, el contador de resultas encontró serias faltas en
las cuentas de Racionero, al parecer originadas por la mencionada
instrucción. El contador le acusó de "no haver tenido
el libro que se le mandó ni haver firmado en el de los alemanes...
y que ansí mesmo, se le mandó que después destar ajustados
los reales, antes de blanquearlos y acuñarlos, se ensayasen una
vez, y estandolo se hiziese la segunda lavada y que no
se hizo, diziendo que aunque esto se acostumbra ansí en la
moneda que se labra en nuestros Reynos, no se puede hazer en la
del Ingenio" (23).
Estas faltas de Racionero, en las que también está implicado
Morales, fueron luego responsabilidad del Contador de Resultas de
Hacienda, que fue ordenado por el Rey, en el documento citado
arriba, de hacer la vista gorda a estas y otras anomalías en las
primeras labores del Ingenio. En esta cédula, del 11 de marzo de
1588, el Rey decretó respecto al contador "...y os
relievo de cualquier cargo o culpa que por ello os pueda ser
imputado."
Otro detalle curioso que sale en este documento es que el
escribano del Ingenio, oficial encargado de asentar todos los
datos en los libros, era el hermano de Juan de Morales.
Las dudas sobre la ley de las monedas en cuestión surgieron
tan pronto como éstas salían del Ingenio. La primera
acuñación tuvo lugar el 23 de marzo de 1586 (24) y el Conde de
Chinchón, tesorero del Ingenio, ya estaba informando, el 2 de
abril, al secretario del Rey, sobre ciertas declaraciones
preocupantes de Morales. Según el Conde:
"Este Juan de Morales dize que en ninguna de quantas
casas de moneda ay en el Reyno, se labre conforme a la ley que es
de 11 [dineros] y 4 [granos], sino de 11 y 2, y
de aquí abajo; y que si Su Magestad, sin expreso mandato,
permitiele labrar en el Ingenio algo menos que los 11 y 4, se
vernía a labrar de más fina plata que en las demás casas del
Reyno, y Su Magestad a ganar mucho en la diferencia que va de lo
uno a lo otro" (25).
En otra carta, ésta del 7 de abril, el Conde advierte al
mismo secretario que debería ir "deshaziendo la traça
de Morales, que es por tener las manos en la masa y quedar
ocupado allí" en el Ingenio (26).
Destacamos aquí que también hubo otro ensayador en el
Ingenio, Joaquin Lingahel, alemán, que vino con los demás
técnicos alemanes y el convoy de la maquinaria desde Hall, cerca
de Innsbruck. Pero Lingahel casi nunca aparece en los documentos
de las primeras acuñaciones y de hecho, protestó varias veces
al Rey porque le parecía que estaba sirviendo "con poca
honra".
El 8 de abril, el secretario escribe al Conde expresando la
preocupación del Presidente de Hacienda sobre las tres llaves de
la plata: una la tiene Morales, otra Racionero y la tercera el
Sr. Obispo, que por otras obligaciones no puede asistir a las
labores en el Ingenio. Continúa diciendo que "Morales
no dessea compañía, y aunque deve de saber su officio de
ensayador, tiene poca notiçia de labrar moneda, y habla más de
lo que su talento promete, y como no tiene otra hazienda ni
entretenimiento, desea perpetuarse en este..." (27).
Pronto, las sospechas sobre la ley de las monedas corrían como rumores por toda Segovia, fomentados, hemos de suponer, por la falta de la sigla del ensayador en la moneda. El 11 de junio Racionero se querelló ante el Presidente de Hacienda porque el Obispo había bajado al Ingenio para sustraer ciertas monedas para averiguar su ley. Según Racionero:
"Yo y Joan de Morales nos emos agraviado destos
enssayes del Ovispo por no mostrar horden de Su Magestad para
haçellos, y aber dicho y publicado, él y otros de la Casa de la
Moneda Vieja, que no labravamos aquí sino de 11 dineros. Y no
contentos con esto, an ynviado los rreales de los alemanes a
enssayar a Toledo y a Sevilla y a Granada, y este atrevimiento
más lo tengo por desservicio que se aze a Su Magestad, que
agravió a Joan de Morales, pues haçe su officio con berdad y
con mucho cuydado y dilijençia, y de mi parte le rrefiero cada
día se cumpla en lo que Su Magestad manda..." (28).
Otro documento hace mención a un memorial de Sebastián
Muñoz, platero de Segovia, en el que éste sugiere el despido de
Morales. El secretario apuntó resumiendo "que todos
scriven que es menester otro ensayador que aleé la plata por
estar Morales muy ocupado y no muy diestro en esto"
(29).
Meses después de haber terminado con la acuñación, Morales
fue obligado a someterse a una prueba de sus conocimientos sobre
el ensaye, al parecer, diseñado más para callar los rumores
sobre su habilidad, que para encontrar falta en las monedas.
Decimos esto porque no incluía la inspección de ninguna moneda
que Morales aleó en el Ingenio. Suponemos que Morales sabía
perfectamente bien cómo ensayar metales, pero tenía alguna
orden para que las aleaciones del Ingenio salieran con una ley
más baja, lo que no sería evidente en esta prueba.
El 16 de diciembre de 1586, Morales fue llamado de nuevo por
el Rey para acudir personalmente a Madrid en otra escueta carta
que extrañamente no menciona porqué. La carta tiene cierto aire
de importancia pero no imparte urgencia. ¿Puede ser que Morales
fuera a recibir ordenes para cesar en su cometido secreto antes
de labrar la plata que se esperaba llegar de Sevilla hacia
mediados de enero de 1587?
Luego veremos, según ciertas cuentas que hemos descubierto,
que el único año en que la moneda del Ingenio parece haber
salido con una ley rebajada era el primer año, 1586, aunque la
sigla del ensayador seguía ausente en todas las monedas que
Felipe II labró posteriormente en el Ingenio. ¿Es posible que
el Rey descubrió todo lo que quería saber durante las
acuñaciones de 1586 y puso fin al experimento, pero sin hacer
novedad en la sigla del ensayador para no llamar la atención
sobre el caso?
De todas maneras, el dilema de Morales se profundizó según
entendemos de una carta de Racionero al Rey del 3 de enero de
1587:
"Joan de Morales a echo en esto lo que al serviçio
de Vuestra Magestad deve, y en esta çiudad a sseydo muy seguido
y perssiguido, y el día de oy más que nunca. Yo creo en su
ministerio de enssaye y quenta trata berdad. A Vuestra Magestad
humillmente supplico en lo que la tubiere, sea de Vuestra
Magestad faboreçido" (30).
Como mencionábamos antes, en esta época había mucha
confusión sobre la manera correcta de realizar el ensaye y por
tanto abundaban los fraudes cometidos en las casas de moneda. El
12 de noviembre de 1587 Felipe II puso en marcha un gran proceso
contra Juan Castellanos y Compañía y otros mercaderes de plata
de Sevilla y ensayadores de varias casas de moneda. Hoy nos
constan los detalles minuciosos de este proceso en dos libros:
uno de más de 800 hojas (31), y otro más pequeño de 82 hojas
(32) que es la relación que hizo el juez comisionado del
proceso, el licenciado Armenteros, alcalde de la misma Casa y
Corte del Rey, con un parecer suyo al final fechado el 12 de
octubre de 1588. Recordamos que la nueva instrucción sobre la
manera de efectuar los ensayes lleva la fecha del 2 de julio de
1588, por lo que Armenteros en su parecer ya disponía de lo que
podríamos llamar la verdadera técnica del ensaye.
En su parecer sobre el juicio de los mercaderes, Armenteros
hace la referencia más contundente que hemos encontrado sobre lo
que sospechamos fue una confabulación respecto a la ley de las
monedas del Ingenio. Según Armenteros, refiriendo a lo que
dijeron los implicados en el proceso:
"Diçen más, que Vuestra Magestad mandó por su
çédula o aviso despachado en el Consejo de Haçienda, que Juan
de Morales, ensayador del Yngenio que Vuestra Magestad tiene en
Segovia para labrar moneda, ligase con 5 reales las dichas barras
de ley de 2.380.
No lo puedo creer. Y si Vuestra Magestad lo mandó, no le
sería hecha çierta relaçión, porque por fuerça a de salir 2
granos falta en la ley. Y plega a Dios que los favores destos
culpados no ayan sido autores deste engaño. Y en casso que
Vuestra Magestad, de su çierta çiençia y poderío Real, aya
sido serbido que en su Yngenio se labre desta manera, el
prebilegio que a esa cassa se dio en aprobrechamiento de los
offiçiales, por la curiosidad y lindeça de la moneda, no se a
de estender generalmente, y se a de rrestringir a solo la cassa
de moneda a quien Vuestra Magestad fue serbido de le conçeder y
no rresulta tan a daño, pues que Vuestra Magestad manda labrar
allí solamente su plata, y en el Reyno ningún perjuizio reçibe
nadie, y fuera dél, si Vuestra Magestad la lleba la falta que ay
en la ley, a quenta de Vuestra Magestad se pondrá" (33).
Otra persona que hizo diligencias sobre los fraudes de los
mercaderes era Francisco Baptista Veintín, que luego sería
nombrado primer Ensayador Mayor del Reino, oficio creado en la
mencionada instrucción de 1588 sobre los ensayes. En 1592, éste
redacta un memorial en el que pide su salario por los últimos
seis años, ofreciendo una relación de sus servicios que incluye
la captura y arresto de los culpados en el proceso contra los
mercaderes. Asimismo, consta que fue a Segovia "a hazer
çiertas diligençias que están en el dicho pleito"
(probablemente relacionados con las acuñaciones de los
mercaderes en la Casa Vieja de dicha ciudad) y resume apuntando:
"e tratado de otras cosas muy graves de las quales aquí no
se haze minçión porque Su Magestad tiene los memoriales. Todo
lo qual e hecho y tratado en el dicho tiempo los dichos seis
años" (34). Mencionamos esto por si tratara de algo
relacionado con los ensayes de Juan de Morales en el Ingenio
(donde no labró ningún mercader hasta la época de Felipe III),
pues no hemos visto ningún otro asunto relacionado con la
acuñación de moneda durante esta época que aparezca tan
reservada como el paso de Morales por el Ingenio.
Las cuentas de Juan de Morales también presentan ciertas
señales que nos llama la atención. En principio, la relación
de metales que estaban a su cargo los años de 1586, 1587 y 1588,
muestra una tachadura que advierte que del año de 1586, solo
están los "residuos" de la labor. Al final de la
cuenta, Morales apuntó: "...y si para su cargo ho data
conbiniere al serviçio de Su Magestad que yo dé alguna otra
rraçón o claridad, la daré según y como la tuviere en mi
libro y manuales" (35).
De hecho, parece que los libros de Morales fueron notoriamente
reservados, pues en un pleito de los herederos del teniente de
tesorero en 1597, los herederos pidieron acceso a los libros de
los dos ensayadores, ya muertos, que servían durante el tiempo
de dicho teniente para la comprobación de las cuentas,
actuación completamente normal para tal finalidad. No obstante,
en este caso el Consejo de Hacienda encontró inconveniente el
procedimiento regular, explicando:
"Porque de entregarse los dichos libros, y darse las
dichas reçeptas por diferentes personas de las que los hizieron
y causaron, particularmente faltandoles platica al mismo tiempo,
podrían resultar ynconbeniente. Pareçe que siendo Vuestra
Alteza servido, se podrían mandar traer a esta contaduría los
dichos libros originales para más comprovación y ynteligencia
de la dicha quenta, pues en el dicho Yngenio no harán falta, ni
sirven de nada" (36).
Aunque no hemos podido encontrar datos en cuentas regulares
para comprobar la ley de las monedas acuñadas en 1586, existe
una carta que Morales envió al mismo Rey el 7 de noviembre de
dicho año en la que menciona el peso de toda la partida en plata
pura y también con el cobre añadido (37). Estos datos nos
permitan calcular la ley de la aleación, que sale exactamente a
11 dineros y 2 granos, tal y como decía Armenteros en su
parecer. Si a continuación calculamos el beneficio teórico que
obtuvo el Rey por labrar toda la partida de 1586 con dos granos
menos de ley que lo permitido, nos resultan unos 40.334 reales de
exceso valor, lo que podemos contrastar con los más de 1.654.400
reales que sacó, entre multas y fianzas, de los mercaderes por
sus engaños.
Merece destacar que las cuentas están bien documentadas desde
el año 1587 en adelante y calculando la ley de la moneda
utilizando los mismos procedimientos, siempre sale un poco por
encima de 11 dineros y 4 granos (38). O sea, si realmente hubo un
intento por parte del Rey de labrar moneda falta de ley, esto
sólo duró un año.
La ausencia de la sigla del ensayador en las monedas de plata
del Real Ingenio durante la época de Felipe II es una de las
grandes incógnitas de la numismática moderna española y
siempre ha merecido ser estudiada.
Todas las indicaciones apuntan a que hubo una confabulación
por parte del Rey respecto a estas monedas y que él mismo
decidió suprimir la sigla del ensayador por prudencia ya que no
podía garantizar su ley. Como apoyo a esta teoría, sabemos que
el Rey consideraba estas monedas como una "prueba o
ensaye", aunque las mandó "distribuir y
gastar".
Debido a la secuencia de los acontecimientos estudiados,
parece que lo descubierto en este experimento permitió al Rey
proceder contra los mercaderes y ensayadores que manipularon la
ley de la moneda en todas las casas de moneda durante mas de 20
años, así como romper las concepciones erróneas que hubo en
torno a la técnica del ensaye y ordenar una instrucción
definitiva. En este sentido, el Rey debió de pensar que la mejor
manera para descubrir las tramas y los beneficios de los
criminales fue la de recrear su crimen.
Según varias indicaciones, parece que el experimento sólo
duró un año, aunque la sigla del ensayador permaneció ausente
de las monedas de plata del Ingenio - aún despúes de la
definitiva "Instrucción de 1596 (40) - hasta después de la
muerte del Rey, apareciendo ya en el siglo XVII sin la más
mínima mención documental.
Recordamos también que tanto Carlos III como Carlos IV
rebajaron la ley de la moneda - ambos casos encubiertos en
secreto absoluto - por lo que no es de extrañar que Felipe II
también pudiera haber considerado lo mismo dos siglos antes,
como asimismo propuso nuestro viejo amigo, Francisco Baptista
Veintín, Ensayador Mayor del Reino, a Felipe III, en 1608,
proponiendo planearlo "sin que nadie lo entendiese"
(41).
Como anécdota, podemos pensar que Felipe II estimó no
conveniente alterar la ley de la moneda de plata, quizás porque
esta moneda era tan vital para sostener sus posesiones del centro
y norte de Europa, optando en su lugar por suprimir la liga de
plata en la moneda de vellón que circulaba solamente en Castilla
(42). En tal caso, el Rey Prudente pudo haber recordado la
advertencia que le dio el licenciado Armenteros sobre la moneda
que su Hacienda enviaba fuera del Reino: "si Vuestra
Magestad la lleba la falta que ay en la ley, a quenta de Vuestra
Magestad se pondrá".
(1) Toda la plata acuñada en el Ingenio desde 1586 hasta 1598
pertenecía al rey. No hay constancia documental ni monetario de
la acuñación de oro alguno durante este período. La primera
partida de plata entregada por un particular fue en 1609 y de oro
en 1607.
(2) Publicado por el Museo Casa de la Moneda (F.N.M.T.), 1997,
[425 págs.].
(3) Pragmática de Medina del Campo del 13 de junio de 1497.
(4) Fuentes documentales procedentes del Archivo General de
Simancas (AGS), secciones: Casa y Sitios Reales (C.S.R.), Consejo
y Juntas de Hacienda (C.J.H.), y Contaduría Mayor de Cuentas
(C.M.C.).
(5) Las acusaciones de los mercaderes, según el licenciado
Armenteros, como veremos a continuación, no citaban la falta de
la sigla del ensayador en las monedas.
(6) RIVERO, Casto Mª del: El Ingenio de la Moneda de Segovia,
Madrid, 1919, pág. 26.
(7) En las páginas 179 y 229 de su obra.
(8) En las páginas 179 y 229 de su obra.
(9) PARKER, Geoffrey: Felipe II, Alianza Editorial, 1995.
(10) En 1771 y 1786, respectivamente.
(11) Existen las ordenes y los juramentos de silencio que
tomaron el tesorero, ensayador y fundidor de cada casa de moneda.
(12) MURRAY, Glenn: Génesis del Real Ingenio... NVMISMA,
núm. 232, enero-junio de 1993, pág. 192.
(13) Juan de Arfe y Villafañe: "Quilatador de la plata,
oro y piedras...", Madrid, 1598.
(14) AGS, C.S.R., leg. 278.
(15) San Lorenzo, 2 de julio de 1588: Norte de la
Contratación, libro I, capítulo XXXIII, pág. 13; transcrito
por Rosa Romero en NVMISMA, núm. 233, julio-diciembre,
1993, doc. 1.
(16) AGS, C.S.R., leg. 277, fol. 22.
(17) AGS, C.J.H., leg. 271-2ª, carp. 16, págs. 9 y 10.
(18) AGS, C.J.H., leg. 218, carp. 16.
(19) AGS, C.J.H., leg. 271-2ª, carp. 16., pág. 17.
(20) AGS, C.J.H., leg. 271-2ª, carp. 16, pág. 7.
(21) AGS, C.J.H., leg. 271-2ª, carp. 16, págs. 9 y 10.
(22) Idem.
(23) RIVERO, Casto Mª del: El Ingenio... doc. 6 pág. 60.
(24) MURRAY, Glenn: La fundación del Real Ingenio de la
Moneda de Segovia desde los primeros indicios hasta sus primeras
monedas, en Premios Mariano Grau, Real Academia de
Historia y Arte de San Quirce, Segovia, 1997, p. 487.
(25) AGS, C.S.R., leg. 267-2º, fol. 176.
(26) AGS, C.S.R., leg. 267-2º, fol 180.
(27) AGS, C.S.R., leg. 267-2º, fol. 181.
(28) AGS, C.S.R., leg. 267-2º, fol. 186.
(29) AGS, C.S.R., leg. 267-2º, fol. 185.
(30) AGS, C.S.R., leg. 267-2º, fol. 192.
(31) AGS, C.S.R., leg. 278.
(32) AGS, C.S.R., leg. 277, fol. 22.
(33) AGS, C.S.R., leg. 277, fol. 22.
(34) AGS, C.J.H., leg. 292, carp. 15.
(35) AGS, C.M.C.-2ª época, leg. 314.
(36) AGS, C.J.H., leg. 369, carp. 13.
(37) AGS, C.S.R., leg. 267-2º, fol. 194.
(38) MURRAY, Glenn: Las acuñaciones de plata en el Ingenio de
Segovia - Felipe II, inédito.
(39) La conclusión definitiva sobre el caso que acabamos de
estudiar, lógicamente, tendría que quedar por el momento,
pendiente un futuro ensaye de algunas piezas existentes (con un
procedimiento no destructivo) para esclarecer la verdadera ley de
la aleación.
(40) La Instrucción del 31 de diciembre de 1596 fue la
ordenanza definitiva que regulaba el funcionamiento de esta nueva
casa de moneda, poniendo fin a cualquier período de supuesta
prueba o experimentación. AGS, C.S.R., leg. 306, fol. 290.
(41) AGS, C.J.H., leg. 485, carp. 8.
(42) Por disposición de 1596.
(Fin)