Los medios electrónicos de información nos sirven a domicilio una
realidad aséptica; no pocas veces, una ficción que nos aleja de la
vida misma. Nos permiten contemplar un atrayente y variado menú que no
podemos degustar. Así, por ejemplo, gracias a Internet es posible
conocer los secretos de antiguos oficios artesanales, pero hoy día es
difícil ver artesanos de carne y hueso en plena tarea. Y, no es lo
mismo presenciar la labor artesanal en vivo que en la pantalla del
ordenador. El artesano moldea la materia manejando sencillas
herramientas. Los materiales inertes se convierten en objetos valiosos y
adquieren personalidad. Durante siglos estos artistas han empleado su
talento y habilidad en hacer del metal, de la arcilla, del vidrio, de
las fibras vegetales, piezas de orfebrería, artísticas rejas, finas
vasijas, magnificas vidrieras, ricos vestidos y otros muchos enseres de
uso común. Estos viejos y entrañables oficios medievales constituyeron
durante generaciones el medio de vida de muchos artesanos que solían
gozar de la estima social, no sólo por la utilidad de los productos que
confeccionaban, sino también por su valor estético. Aunque, poco
estudiados, sabemos de la existencia de múltiples oficios y talleres
artesanales que desarrollaron en Segovia su labor durante muchas décadas.
Parece oportuno recordar aquí nuestra rica tradición artesanal al hilo
de la noticia publicada en El Adelantado del 11 de diciembre de 2009,
sobre el proyecto de restauración de las vidrieras de la catedral a
cargo del conocido vitralista segoviano Muñoz de Pablos. La importancia
(con ser mucha) trasciende el trabajo en sí. Pues se refiere a uno de
los cuatro monumentos arquitectónicos más importantes de nuestra
ciudad. Además, las vidrieras que se van a restaurar son únicas por
ser representantes de obras maestras flamencas del siglo XVI. Pero, ante
todo, a nuestro modo de ver, el proyecto tiene una repercusión social
innegable conociendo las circunstancias históricas de la elaboración
de las vidrieras. La misma edificación de la catedral y la construcción
de sus vidrieras es una prueba más de la fe y del sentimiento
espiritual de toda una época. Deja constancia de ello el célebre
Colmenares, en el capítulo XL de su "Historia de la insigne ciudad
de Segovia" donde escribe, que en al año 1544 "se pusieron
las vidrieras de nuestro templo Catedral, preciosas y admirables en
materia y forma: contiene su pintura la vida de Cristo nuestro redentor,
con todas las figuras del testamento viejo, que significaron sus
acciones y sus milagros. Los colores dados a fuego son admirables, mucho
más la mano; y merece loable memoria que en diez y nueve años hubiesen
nuestros ciudadanos fabricado tanto con sus limosnas".
Impresionante la obra de arte y no menos la contribución de tantos
"mecenas anónimos" que compartían el gusto estético y un
generoso desprendimiento. También, una elocuente invitación para
secundar su gesto.
Existen otros muchos tesoros de factura artesanal que pueden admirarse
en la catedral. Tales como, la variada colección de rejas que adornan
las capillas laterales. Algunas de ellas construidas por afamados
rejeros guipuzcoanos, como los Elorza procedentes de Elgóibar. La rejería
segoviana tuvo su auge en el siglo XVI destacando un nutrido grupo de
artesanos de este oficio. Algunos de ellos como Felipe Mozo, vecino de
la calle de la Almuzara (donde vivían otros convecinos del mismo
oficio), trabajó para la capilla de San Andrés de la catedral y para
la Casa de la Moneda (véase "Rejería en Segovia" de Mª
L. Herrero. Ed. Diputación de Segovia, 1993). Se comprende que
el Real Ingenio de Felipe II siendo la fábrica más avanzada de su
tiempo reuniese a los mejores expertos y gozase de las mejores técnicas
de troquelado y grabado de su época, convirtiéndose en un centro de
formación artesanal. Allí, los principiantes harían su aprendizaje
con maestros de herrería como Matias Flauxar. También, muchos otros
artesanos buscarían asesoramiento para realizar sus encargos. La
historia y la tradición señalan claramente el camino a seguir en el
futuro Museo del Real Ingenio. Un edificio único situado en un enclave
natural magnífico. Allí podrá contemplarse en vivo el trabajo
artesanal, recuperándose así una vieja tradición de indudable valor
turístico y cultural.