Sí esa impresión tengo -y no es de ahora-, que a los
segovianos se nos da de miedo sentirnos incómodos con los que destacan
entre nosotros. Nos quejamos mucho de que nuestros jóvenes tengan que irse a
estudiar y a trabajar fuera de Segovia, pero el futuro que aquí les podríamos
ofrecer nunca rebasaría el color grisáceo de la "aurea mediocritas". Yo también
he vivido esa experiencia del "exilio" y lo considero como una suerte que me ha
permitido conocer horizontes más abiertos y respirar aires de mayor
tolerancia. Gracias a esta carencia segoviana, muchos han destacado y se
han realizado profesionalmente en unas dimensiones que nunca podían ni haber
soñado de haberse quedado en el coto segoviano, lejos de esta visión de jaula
que tantas veces parece estar al uso aquí. Nos movemos en una especie de
escenario vigilado donde nada pasa inadvertido. Conocemos a quien va a cada
espectáculo y hasta sabemos el puesto que prefiere. Ocurre en todos los
campos y como "el aforo" es tan limitado en cualquier actividad, sabes que si
ocupas una butaca, estás quitando el puesto no a cualquiera sino a
fulanito de tal que también quería esa butaca y se ha descuidado un minuto al
encontrarse con alguien por el camino. Es posible que no diga nada, ni se queje,
o te lo dirá como en bromas "¡qué suerte has tenido!" porque encima somos
callados y sufridos, pero el resquemor se nos queda dentro. En
un ambiente tan reducido, cualquier forma de movimiento, cualquier manera de
destacar es advertida como una minusvaloración propia, cualquier crítica se
convierte en algo personal que convierte al que destaca en competidor y
sospechoso aspirante. Al faltar la distancia mínima que necesita la libertad de
crítica, se confunde esta con el agravio personal. No es posible una crítica
normal y abierta al alcalde o a la concejal porque se traduce en una
crítica a Arahuetes o a Claudia, por poner un ejemplo. Y lo malo de esta
personalización es que así lo viven los criticados, dificultados por ambiente y
educación a separar lo que corresponde a la actividad que realizan con su
cualidad personal: si alguien tropieza en la Gran Vía madrileña, nadie se
entera, pero si lo hace en la Calle Real de Segovia, seguro que alguien se ríe y
hace sentirse ridículo al tropezante. Hace años, y la cosa no ha cambiado, el
director de una emisora de cierta cadena en Segovia me decía que no veía la hora
de terminar su "noviciado" de dos años en Segovia para ir a otro sitio en que al
terminar el programa no se encontrase a la puerta con quien se lo había tomado
como afrenta personal.
Bueno y ¿a qué viene todo este ensayo, se
preguntará alguno, sobre la idiosincrasia segoviana?. No quisiera que sonara a
una digresión traída por los pelos: la costumbre de averiguar el por qué de las
cosas a la que me ha acostumbrado una profesión largamente ejercida ha dejado su
huella y me lleva a hacer esa indagación en cualquier campo incluso en los menos
próximos a la deliberación filosófica. Algunos que me frecuentan más de cerca me
han oído decir hace ya algún tiempo que a partir del momento en que las tres
Administraciones, estatal, autonómica y municipal, se pusieron de acuerdo, por
fin, en la rehabilitación de la Casa de la Moneda, ésta se había
convertido en un de esos ámbitos de "aforo limitado". Lo que durante tantos años
sólo había sido el sueño de un soñador se ha convertido en un plato atractivo.
Ahora sí parece tener futuro y ahora sí interesa vincular el propio nombre, sea
en el nivel político o en el cultural al desarrollo de lo que pueda significar
como nuevo polo de atracción e interés para Segovia. No encuentro otra
explicación al hecho de que un supuesto carácter difícil justifique la
marginación del mayor experto reconocido en la historia del edificio, que
recorre Europa investigando todo lo relativo a las Cecas y que lleva el
nombre de la de Segovia allá donde va. Mientras, aquí se le excluye, se le
prohíbe el acceso al edificio y se veta incluso la representación en el
Patronato, para la que con acierto o desacierto -eso es un problema que
compete en exclusiva a la Asociación que le respalda- ha sido elegido. Esta
persona "non grata" recibió el pasado 6 de junio, en la más absoluta soledad por
parte de autoridades segovianas, en Taormina (Sicilia) una de las medallas
Europa Nostra en la modalidad de "dedicación a la conservación del
Patrimonio". Premio especialmente importante ya que hasta ahora esta modalidad
ha estado reservada a Instituciones u Organismos.
Pues, qué bien, que
reconozcan méritos otros, que aquí conocemos a las personas y su carácter y
nadie nos va a dar "gato por liebre".
El pasado día 30 de mayo, junto al
denostado Murray, recibía el premio "Segovianos del año" del Centro
Segoviano en Madrid, D Jesús Núñez Velázquez, nacido en un minúsculo pueblecito
segoviano, del que él mismo decía que no podía imaginar otro más pobre y con
mayores carencias. Hoy este pedagogo y empresario ha creado un importante
grupo de centros de enseñanza Privada de todos los niveles educativos. Además de
promover más de 14 empresas, preside y dirige la Universidad privada Alfonso X
el Sabio. Es Presidente de ACADE, de la Confederación de Escuelas Privadas de
Europa (CADEICE) y Vicepresidente de COMEP, miembro del Comité Ejecutivo
de CEOE y miembro del Consejo Escolar del Estado. ¡Mira que si llega a tener
oportunidades en su pueblo, y se queda! Y es que no hay como salir del
terruño…