Por Carlos Álvaro
Murray, al que le han salido muchos enemigos desde su enfrentamiento con el
alcalde Arahuetes, se ha ido a Sicilia a recoger un premio internacional por su
defensa de la Casa de la Moneda de Segovia. El experto ha aprovechado su
intervención para hablar de las excelencias del Real Ingenio y de Segovia como
candidata a la Capitalidad Europea de la Cultura en el 2016.
La
candidatura oficial ya ha nombrado un buen puñado de embajadores –se supone que
son esas personas que, con su prestigio, llevan el buen nombre de Segovia más
allá de sus fronteras provincianas–, pero Murray no tiene ninguna opción de
alcanzar semejante distinción, a pesar de que todos los años sale a Europa con
el raca-raca de la Casa de la Moneda. Intuyo que Segovia 2016 no es una entidad
imparcial que esté por encima de las rabietas y los localismos cazurros, de las
peleas entre Murray y el alcalde, pues sigue a pies juntillas la doctrina del
Ayuntamiento que le da el dinero, que por algo se lo da. Segovia 2016 es –me
temo– una cosa más del Ayuntamiento, tan prosaica como la oficina de cobro de
tributos, los depósitos de agua, el cementerio municipal, la grúa o el punto
limpio.
O Segovia 2016 consigue abstraerse de la vida local, tan
casposilla, viciada y putona, o jamás recabará el respaldo de todos los
segovianos.