En una soleada mañana de otoño, varios amigos subíamos
por una calle Real repleta de gente al ritmo cansino que marcar el
turista, sobre todo cuando va en grupo. Era sábado, próxima la hora de
sentarse a la buena mesa en algún restaurante cercano. Cuando a nuestra
espalda alguien exclamó: "¿te has fijado la variedad de escenarios
naturales que hay en esta ciudad? Esta acertada observación provocó
entre nosotros un alud de comentarios sobre las inagotables posibilidades
turísticas y culturales de Segovia. Tema en sí mismo también inagotable
que poco a poco va fraguando en hechos. Pues es un hecho que, desde hace
algún tiempo, se animan los más bellos rincones de esta ciudad
milenaria. Los mismos edificios y espacios urbanos indiferentes con el
paso del los siglos parecen distintos. Plazas y calles donde se levantan
iglesias, palacios, casas señoriales, tanto tiempo silenciosos y fríos,
son ahora escenarios naturales que acogen eventos culturales y
recreaciones teatrales. La pétrea arquitectura monumental abandona su
forzada pasividad y participa de la vida cultural y festiva de una Segovia
apacible y siempre acogedora.
En esos espacios naturales, chicos y grandes disfrutan con la música de
las bandas militares, se dejan cautivar por la magia de los títeres,
presencian las recreaciones de escenas históricas. En el entorno
del Acueducto, asisten al desfile de las legiones romanas, en la plaza
Mayor junto a San Miguel, siguen el cortejo majestuoso de Isabel I de
Castilla. Son escenarios verídicos, auténticos, sin trampa ni cartón
(no como en las películas de Samuel Bronston). Por ellos, pasan
cortesanos y guerreros; reyes, reinas y princesas; alguaciles, menestrales
y labradores. Mientras, cientos de espectadores asisten entusiasmados a
actuaciones teatrales y relatos históricos. Todo ello en la misma ciudad,
en el mismo ambiente, en el que acontecieron en siglos pasados. El centro
urbano se convierte, así, en un animado retablo en el que se podrá
contemplar al rey Alfonso X, llamado "El Sabio" por ser impulsor
de la ciencia, como lo acredita El Alcázar donde instaló un observatorio
astronómico. La gente participa en plena calle acuñando monedas, arte
e industria especialmente vinculada a nuestra ciudad desde la antigüedad
romana y, aún más, desde 1583, cuando Felipe II fundó el Real Ingenio
de la Casa de la Moneda. El rey "Prudente" nos dejó como
herencia valiosa la fábrica de moneda más avanzada de su época que, con
el paso del tiempo y el empeño de algunos por su recuperación, ha
llegado a ser la planta industrial en pie más antigua de la humanidad.
La enumeración de escenarios naturales y de posibles actividades
culturales se haría interminable. Al fin y al cabo, dos mil años de
historia dan para mucho. Es evidente la necesidad de conservar todos estos
tesoros heredados. También lo es, la responsabilidad de la administración
pública, con la imprescindible colaboración ciudadana, de combatir
eficazmente las agresiones vandálicas que deterioran el entorno urbano. Y
es tarea de todos difundir el respeto y el aprecio por nuestro patrimonio
especialmente entre las nuevas generaciones.