Escribo a raíz del despido en periodo de pruebas de
un trabajador, Glenn Murray, que estaba demasiado preparado. El alcalde
de Segovia, Arahuetes, preside el patronato de la Fundación Real
Ingenio de la moneda de quien depende el nombramiento de la dirección
de la Ceca, de donde fue despedido Murray. El empleador pensó, éste
sirve para ser jefe... o, es un hombre de gran valía, hay que
prescindir de él. No se calcularon las consecuencias del despido. Se
creyó que el obrero se cruzaría de brazos, que no tendría nada que
recurrir, que no tenía amigos. ¿Todo por qué? Porque es un asunto
personal, algo «de lo que me ocupo yo». ¿Alguna explicación tendrá?
Manías, y las manías no tienen explicación. Claro, luego, la pobre
concejala hace un papel que no sabe interpretar muy bien. Ante la justa
corriente de solidaridad sorprenden que desde el partido de Arahuetes,
el PSOE, no le digan al alcalde que se ha confundido y que debe
rectificar. Restituyan a un hombre cuyo único pecado reconocido es el
de estar enamorado de la Casa de la Moneda de Segovia. Es más, en una
apreciación personal mía: creo que el señor Murray estaría dispuesto
a hacer borrón y cuenta nueva. Todo por el bien de la Ceca.