El Ayuntamiento y la Junta se han enzarzado en una nueva
polémica que puede tener graves consecuencias a la vista de cómo andas las
cosas en temas de Patrimonio máxime en actuaciones sobre un monumento
calificado como Bien de Interés Cultural como la Fábrica de la Moneda
donde ya han dado comienzo las obras de rehabilitación. Bien es cierto que
aplaudidas tras tantos años esperándolas, pero no lo es menos que ante la
importancia del inmueble deberán ser ordenadas con riguroso seguimiento
previo de los trabajos de demolición que se están acometiendo estos días.
Es decir, con la preceptiva supervisión del equipo de arqueólogos que se
encargará de valorar qué construcciones o elementos tienen valor histórico
o arqueológico; especialistas que hasta el momento no han intervenido y
mientras la empresa ya ha apeado algunas construcciones en su opinión sin
valor.
A la vista de precedentes bien recientes en Segovia a uno le entra cierto
escalofrío pensar que en esa actividad desmedida por desmontar y derribar
'elementos sin valor' la piqueta se lleve por delante determinadas partes
que deberían ser los arqueólogos los que tendrían que garantizar si
tienen o no valor para ser respetados. El hecho de que el dinero para la
rehabilitación esté garantizado no da patente de corso para esos arreones
sin las debidas garantías y requisitos legales que establece la Ley sobre
un BIC y que el Ayuntamiento y la Fundación Fábrica de la Moneda deben
conocer bien. De paralizarse las obras, como adelantó la Junta, entraríamos
en una dinámica controvertida y difícil: como siempre. A eso se une otro
tema importante que daría lugar, igualmente, a una posible modificación
del calendario previsto: el famoso colector de San Marcos sin cuyo desvío y
saneamiento de la zona no será posible practicar el preceptivo estudio
arqueológico para el asentamiento de la grúa necesaria para los trabajos.
No sirve tampoco una solución de emergencia o paliativa. Debe ser
definitiva, como parte importante de una gran obra de tanta significación
para los segovianos en particular y del mundo de la cultura en general. No
son pocos los organismos, entidades, expertos, etc. que vienen siguiendo con
interés, incluso apoyo, el desarrollo de ese gran proyecto como puesta en
valor del más importante monumento industrial de la historia de Segovia.
Por eso digo que no hace falta precipitarse. Que hay que hacer las cosas sin
nervios y dejando que el equipo de arqueólogos que ha de fiscalizar los
trabajos intervenga y lo haga con rigor. El precipitarse a derribar o
excavar simplemente con la voluntad de acelerar el programa de obras no
puede servir más que para lamentar después el que la pala se llevó por
delante elementos originales de gran valor difícilmente recuperables. Las
obras iniciadas deben ser respaldadas; pero tampoco las paralizaciones por
celos en algún caso pueden ser buenas para nadie. La Fábrica de la Moneda
precisa más de entendimientos que de desencuentros. Y esa armonía ha de
sustentarse en el profundo interés que todos tenemos en que el nuevo Museo
sea pronto una realidad para que el mundo le disfrute.