Tres décadas esperando a que nuestra capital, Ciudad
Patrimonio de la Humanidad, pudiera contar con un Museo Provincial, y casi tres
años después de su apertura los propios responsables de la instalación reconocen
que la mayoría de los segovianos ni tan si quiera saben dónde está el
recinto.
Cabría preguntarse en este mismo momento qué es lo que han hecho
esos responsables para que los segovianos se enteren de que ya no está en la
Casa del Hidalgo o se acerquen a visitar la nueva instalación museística, que ha
recibido los elogios de muchos expertos por su diseño y que contiene una
colección especialmente interesante de la etapa visigoda. El director del Museo,
Alonso Zamora Canellada, aseguraba recientemente que el número de visitantes
continúa manteniéndose en torno a los mil mensuales, a pesar de que el pasado
verano anunciaba la creación de un Departamento de Educación y Actividades
Culturales (DEAC) para organizar visitas guiadas y talleres para
niños.
Resulta cuando menos lamentable que haya tenido que ser una
asociación ajena al Museo: la Asociación Amigos de la Casa de la
Moneda, la que se haya inventado una actividad para conseguir atraer a
muchos segovianos hasta la instalación ubicada en la Casa del Sol. La
acuñación de monedas que organizó allí hace solo una semana desbordó todas las
previsiones posibles y logró que bastantes residentes en la ciudad conocieran
por primera vez su Museo.
Situado a solo unos doscientos metros de
uno de los monumentos españoles más visitados, como es el Alcázar, por el que
pasan anualmente más de medio millón de personas, no es explicable que el Museo
Provincial atraiga a poco más de 10.000 personas al año. Este diario ya denunció
la nula señalización existente en aquel momento a las puertas de la fortaleza
sobre la presencia a poca distancia, y tras transitar por un paseo único como es
el de Juan II, de algunos de los tesoros más importantes de nuestra
antigüedad.
Se echa de menos también la inclusión del Monumento en varias
de las rutas guiadas turísticas que a diario recorren la ciudad, y una campaña
efectiva entre los centros escolares de nuestra capital y nuestra provincia para
que los más jóvenes puedan aprender los orígenes de una Ciudad Patrimonio de la
Humanidad que esperó pacientemente treinta años a contar con este Museo para que
ahora, por lo visto, lo disfruten solo unos pocos.